miércoles, 26 de agosto de 2015

Una última calada.

Hay quien diría que 200 días son muchos, que me da igual un día, un año o un siglo ¿y qué si no tengo suficiente con un vida? Quiero más.
Más despertares a tu lado, de esos que dices que te presento el día con una sonrisa, inocente de ti sabiendo que las provocas.
Más de esas conversaciones en las que arreglamos el mundo delante de cualquier plato, donde siempre estamos solos sin estarlo. Porque es escuchar tu voz y perderme, que me bastó con escucharte hablar en una grabación para saber que quería oír cada día al despertar.
Más etapas de las que prometemos felices pero poniendo un pie en la tierra, aún sabiendo que el vértigo ya no es lo que nos espera.
Más de las caricias en la nuca, de las que erizan el vello. Esas que sabes que me vuelven loca mientras me das un beso. Y más besos. Besos dulces que me das cuando me estoy quedando dormida. Besos de los que quieres comerme, eso si, con la boca pequeña que así te duro más.
Más llamarme pequeña pero haciéndome sentir grande.




Anónimo.

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